EMOCION
A mi amada, que se salió de monjita un domingo que nos encontramos en misa en “el Carmen” de Burgos, cuando nos metimos en un confesionario vacío, sin darse cuenta los feligreses, para besarnos ardientemente, le dije:
--Luego, no te voy a llevar donde vivo con mis padres, para que no nos sorprendan. Te voy a llevar al Hostal Monjes Magnos, en las traseras de la calle de Vitoria, y te voy a dar candela por donde amargan los pepinos.
Ella ardorosa y ardiente, como asombrada me preguntó:
-Pero ¿qué dices, malparido? ¿Qué significa esto de “por donde amargan los pepinos”?
-Pues, mi amada monjita, quiero decir que te voy a dar por culo.
-¿A tu monjita se la quieres meter, no?
-¡Ay, sí, sí¡ Que te la quiero meter hasta besar tus Trompas de Falopio tan solo yo.
Agarrados de la mano, con emoción, íbamos por la calle tan felices. Ella, contentísima, con sus ojos medio llorosos. Yo, alegre y saltarín como un cabrito, con mi amor de cama erecto.
Si, en nuestro caminar, nos encontrábamos con amigas suyas, ella les decía:
-Mi novio dice que me quiere. Soy inocente como el sol que acaricia los mares. Él me va a acariciar los labios y las ninfas con la lengua y ese rabo del amor. Quiero darle mi amor a su amor.
- Que te vaya bonito, ellas le contestaban.
Ella me preguntó:
-¿Y tú no tienes amigos?
Yo le contesté:
--¡Ay, no, no¡ Yo tengo solo mi polla. Y, ahora, en este Hostal que pisamos, voy a cortar tus místicos cabellos del Coño, ondulados, tan largos y tan bellos, que parecen de un matorral de monasterio benedictino, tú me dirás cuando yo caiga vencido, derrengado de tanto amar:
-Oye, malparido ¡que quiero más¡
-Daniel de Culla